Icarus, la historia
Nuestra compañía, empezó en el verano de 2006, cuando profesionales de la mecánica aeronáutica y operadores de Robinson crearon el taller de helicópteros ICARUS con la finalidad de reducir los costes de mantenimiento a los operadores aéreos. Para el piloto propietario privado supuso la solución al completo cuidado de su aeronave.
A primeros del año 2007, la compañía obtuvo su certificación como Compañía EASA Part 145 (Certificado) y poco tiempo después recibió, por parte de la Factoría Robinson, la autorización de R-22 y R-44 Service Center.(Certificado de Servicio Oficial Robinson)
En el 2008, consiguió un nuevo paso en su carrera al ser debidamente reconocido por la Factoría Robinson como R-22 y R-44 Component Overhaul Facility. (Certificado)
A finales de 2009 pasa a ser LYCOMING Authoritzed Service Center. (Certificado)
A principios de 2010, aumentó su capacidad de certificación, incorporando el Airbus Helicopter H120B.
En agosto de 2015, incorporó a su lista de capacidades el helicóptero Guimbal Cabri G2.
ICARUS dispone de personal con más de 30 años de experiencia en el mundo de los helicópteros entre los modelos sobre los que se ha trabajado – Bell 206/L Series, Bell 205, Bell 212, BO105, Eurocopter AS350/355, EC-120, AS316/319 Alouette III, AS 315 Lama, Airbus helicopter H120B, Robinson R-22/R-44 (considerado en estos dos últimos modelos de helicóptero más de 28 años de experiencia) y Guimbal Cabri G2.
Todas las autorizaciones de ICARUS tienen como objetivo ofrecer el mejor servicio de mantenimiento y fidelizar a sus clientes.
El origen del nombre
En la mitología Griega, Ícaro (Icarus) es hijo del arquitecto Dédalo, constructor del laberinto de Creta, y de una esclava llamada Náucrate. Ícaro fue encarcelado junto a su padre en la isla por el rey Minos, para así evitar que pudiese escapar y revelar el secreto del laberinto.
Dédalo y su hijo Ícaro no podían escapar de la isla por mar ya que el rey mantenía una estrecha vigilancia sobre todos los veleros, y no permitía que ninguno navegase sin ser cuidadosamente registrado. Dado que el rey Minos controlaba la tierra y el mar, Dédalo empezó a fabricar unas alas para él y otras para su hijo.
Cuando al fin acabó su trabajo, Dédalo batió sus alas y se encontró suspendido en el aire. Enseñó a volar así hijo y cuando ambos estuvieron preparados, Dédalo advirtió a su hijo que no volase demasiado alto, porque el Sol podría derretir la cera de las alas, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las plumas de las alas y no podría volar.
El muchacho cautivado por la belleza del vuelo y olvidando las advertencias de su padre ascendió demasiado. El ardiente Sol ablandó la cera de sus alas perdiendo así las plumas, precipitándolo al vacío.
En villa Radieuse, otro arquitecto, Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Carbousier, afirmó: «La aventura diaria de la naturaleza en su ciclo de vida obedece a una ley fundamental de nuestra tierra, la ley del Sol, que es el gran dictador.» El astro proveedor de la vida, no perdona el desafío del hombre.
Pero la imagen de Ícaro continuó viva, inspirando a los inventores. En el Renacimiento, Leonardo Da Vinci (1452-1519) creó el principio del avión y del helicóptero. Mucho más tarde, en el siglo XIX, comienza a perfilarse el descubrimiento del aeroplano.
Cada ángulo cóncavo tiene su correspondiente convexo. Las formas pueden recortar el espacio según sus movimientos.
El mito de Ícaro afronta temas como el deseo del hombre de ir siempre más lejos, aún a riesgo de tener que encontrarse cara a cara con su condición de simple ser humano.